La polémica de Huawei parece no abatir o tomar un rumbo definido después de varias semanas desde que los EE.UU. anunciaran su embargo. Pero, ¿por qué es tan polémica?
En realidad la polémica, es más porque no se sabe por donde va a salir la cosa que por cualquier otro motivo. La incertidumbre corroe y la situación actual tiene más miga de la que pueda parecer y un trasfondo más complejo que el del mero comercio.
Desde hace ya meses, hay cuestiones que se han alzado desde el gobierno australiano sobre la seguridad de la red 5G, de la que China es la líder y Huawei pionero. Aunque Nueva Zelanda, Canadá y el Reino Unido han tomado una actitud diferente, los EE.UU. han tomado esa posible amenaza como una realidad y comenzaron a tomar medidas muy rápidamente.
Poco después, forzado por un embargo impuesto por el gobierno estadounidense, Google anuncia que dejará de apoyar el hardware de Huawei. Luego Intel anuncia que no proveerá de procesadores para los portátiles de Huawei. Ninguna de estas dos cosas son desastrosas para Huawei, pero cuando ARM, la empresa que suministra el 95% de los procesadores para teléfonos en el mundo, anuncia que ellos tampoco podrán vender a Huawei, la cosa ya cambia.
Y la cosa es, atacar el software de los móviles a Huawei le importa poco. Al fin y al cabo, las aplicaciones oficiales de Google están prohibidas en China y tienen las suyas propias de todas formas, así que eso no es particularmente preocupante. Y los portátiles no tienen nada que ver con la tecnología 5G, así que:
¿Por qué atacar a los teléfonos móviles?
No cabe duda que el gobierno de Trump está echando un pulso a ver quien gana una guerra en la que se están perdiendo muchos millones de todas las monedas habidas y por haber. Y es una guerra que se extiende mucho más allá del mercado tecnológico. Incluso mercados tan pequeños como el de los juegos de mesa y el editorial se han visto afectados con incrementos en tasas de hasta un 25%.
¿Pero qué consecuencias tendrá para los consumidores?
Pues esa es la cuestión que, hoy por hoy, es muy difícil responder. Primero porque no se sabe en realidad cuanto tiempo va a durar esta guerra comercial y, por ende, el bloqueo a Huawei. El jefe de presupuestos de los EE.UU. quiere retrasar el bloqueo durante tres años para darle tiempo a las empresas americanas de adaptarse a un mercado con menos acceso a China. Pero claro, esto también le da a China el tiempo necesario para abrir mercado en otros países y adaptarse a una vida sin los EE.UU.
En otras palabras, lo comido por lo servido.
Ahora mismo solo podemos elucubrar una serie de posibles salidas dependiendo de la seriedad de la ruptura en relaciones comerciales y diplomáticas entre los países. Y la cosa se puede poner muy dura. China no es Cuba y un embargo o guerra comercial va a ser dura de librar y aun más dura (y costosa) de ganar.
La realidad es que las ventas de Huawei han subido en los últimos meses aunque, supongo que preparándose para una caída inminente, han recortado la producción de sus teléfonos recientemente. Imagino que Samsung debe estar feliz de pensar que va a vender más teléfonos donde antes los vendía Huawei.
Apple, sin embargo, está en una posición muy frágil. Toda su producción está en China. Si la situación empeora y exportar iPhones desde China se hace difícil, los beneficios de Apple podrían declinar. Posiblemente no las ventas, porque los aparatos de Apple se venden con suficiente margen como para poder absorber una subida de impuestos sin variar el precio de venta al público. O bien subirán los precios aun más bajo la guisa de que China impone subida y esperar a que los clientes de Apple se metan la mano en el bolsillo de todas formas.
Ambas cosas tendrán consecuencias en los beneficios.
Si la situación no se soluciona, lo más probable es que veamos el sistema operativo que Huawei ha anunciado, junto con una campaña de ventas agresiva que conlleve una bajada de precios considerable. Asumiendo que pueden sobreponerse a la cantidad de sospechas que tienen muchas empresas que ya han cortado lazos con el gigante de las telecomunicaciones y puedan sacar adelante alianzas que les permitan vender sus productos.
Creo que esto va a durar varios meses, y probablemente todavía queden muchas jugadas por parte de los gobiernos Chino y Estadounidense antes de que podamos vislumbrar un final más o menos claro. Mientras tanto, dudo mucho que los usuarios de Huawei vayan a ver un deterioro en el servicio, aunque muchos que tengan (o quieran) actualizar sus teléfonos probablemente miren hacia otro lado y busquen la relativa seguridad de otras marcas.
Lo cual me hace pensar que tanto Samsung, Sony y otras irán a la carga para atraer al público.